sábado, 31 de agosto de 2013

Nueva sesión de fotos

En estos días tuve oportunidad de fotografiar a unos amigos que están esperando a su 2do. bebé. Parece mentira que en parte, gracias a ellos, ahora hago lo que hago (es decir, tomar fotos). La primera sesión que hicimos para su primer bebé fue hace 4 años y nos tomamos toooodo el día para hacerla, terminamos todos medio muertos de cansancio, en especial la pobre Yesi. que era precisamente la que tenía que cargar con la barrigota y parecer feliz y contenta de la vida, natural y fresca en cada una de las 900 fotos que le tomé.


No cabe duda que tomar fotos en espacios abiertos y con luz natural me gusta muchísimo más que hacerlo en el estudio, me permite registrar no solo a la madre sino a su entorno y pienso que eso también es importante como legado para los hijos: ¿cómo se vestía la gente?¿qué zapatos se usaban?¿cómo era la ciudad donde habitaban mis padres? son preguntas que espero algún día se hagan esos bebes una vez crecidos; al menos yo me las hago a diario, quizás porque en mi caso prácticamente no existe ninguna foto de mi infancia. Yo pasé directamente de estar sentada en un coche, sin pelo y sin dientes a mi primera comunión sonriente y tumusua. Lo que ocurrió en el medio se perdió irremediablemente y no dejo de lamentar que no quede registro alguno de lo que fui y de lo que fue mi familia, mi casa y mi entorno.






Y aunque pongo mucho énfasis para que mis fotos salgan coloridas y alegres, creo que el blanco y negro se presta mejor para señalar mi punto, hay algo atemporal en la fotografía en blanco y negro y siempre nos deja con mas preguntas, es un registro fidedigno y sin embargo falta información y eso precisamente la hace más interesante.






Espero que a mis amigos les gusten estas fotos tanto como a mi, que impriman una que otra y que puedan mostrárselas a sus hijos en 15, 20 o 30 años. Y que puedan burlarse, asombrarse o enorgullecerse por la apariencia que hoy poseen.