Habíamos planificado pasar el día de asueto (el pasado martes 24 de junio) con un grupo de amigos haciendo un picnic en los bellos jardines de la Universidad Simon Bolívar. Todos llevamos comida para compartir y solemos llevar mantas de cuadritos, panes y mermeladas, pasteles de queso, arepas andinas, café con leche y cualquier otro aditamento que permita disfrutar de un hermoso día cálido y soleado como lo suelen ser el 95% de los días del año en este país. En esta ocasión el menú incluía además panquecas y tortilla española. Ya estamos tan sincronizados que no hace falta ni ponerse de acuerdo.
Pero llovía. Desde tempranas horas de la mañana llovía y sin embargo no perdimos el animo y terminamos desayunando en la sala del apartamento de unos de nuestros amigos en Santa Fe.
Y entre café, panquecas y tortillas terminamos hablando sobre historias de nuestro pasado que nos producen mas dudas que respuestas, esas cosas de las que nuestros padres nunca nos hablaron quizás por vergüenza, o por ser muy dolorosas. Por ejemplo uno de mis amigos no conoce a su papá porque su mamá huyó de él (del papá) cuando mi amigo era un bebé. Al parecer el padre quería quedarse con el niño y la madre no lo permitió huyendo hacia Caracas. Nunca mas tuvieron contacto y todos nos preguntamos cual será el paradero de aquel hombre y si todavía pensará en su hijo.
Otra amiga comentó que conoció a un sujeto mucho mayor que ella y muy parecido a su fallecido padre. El hombre no solo se le parecía físicamente sino que tenía el mismo nombre y apellido del padre(y créanme que no todo el mundo cuenta con un nombre tan particular como ese). Aun no entendemos por qué mi amiga no le preguntó directamente al sujeto sobre su pasado, pero supongo que el miedo a enterarse de la posible verdad la disuadió a no hacerlo.
Yo me enteré hace poco que una vieja amiga de mi papá llamó a la casa para saludar después de muchos años, mi mamá contestó el teléfono y la amiga de mi papá (muy mayor ya) le hizo un comentario de este tipo: “Ay! pero que bueno que Paco dejó a la mujer aquella con quien salía, yo siempre le dije que la dejara que eso iba a acabar con su matrimonio” mi mamá quedó perpleja por que no sabía del asunto. Al colgar mi mamá solo alcanzó a comentar: “pero que mujer mas indiscreta, ¡¿como se le ocurre decirme eso y a estas alturas?!”
Por lo visto en cada familia existe un secreto de telenovela, de esos que se comentan en voz baja y que nos han ocultado siempre. Un marido infiel, una hija soltera embarazada, un niño adoptado o un enfermo mental (tengo razones para pensar que en mi familia existen todos estos sabores) eran secretos “comunes” en la generación de nuestros padres y abuelos. No puedo dejar de pensar qué hubiera sido de nosotros de haber conocido la verdad antes. ¿Cuál puede ser la reacción de un hombre si alguien se le presenta 30 y pico de años después diciendo “hola soy tu hijo, estoy vivo y quiero conocerte”?¿acaso mi amiga no tenia el derecho de conocer a su hermano? y si mi papá hubiera sido descubierto 20 o 30 años atrás montando cacho y se hubiera separado de mi mamá ¿mi infancia no hubiera sido completamente diferente?¿mas feliz?¿menos problemática?.
Una verdad puede cambiarte la vida o acaso por no conocerla te privaron de llevar la vida que en realidad tenias que haber llevado.
4 comentarios:
Cuando hablas de "la vida que tenías que haber vivido" me suenas fatalista, como quien cree en el destino.
En mi caso, por lo visto, yo sufro más que de secretismo, de información fraccionada y contradictoria. Mi mamá me hablaba de muchas cosas que, a estas alturas, estoy empezando a dudar de que fueran del todo veraces.
Hace unos meses me sorprendió mucho mi tía (esposa del hermano de mi papá y prima de mi mamá) diciéndome que pobre de mí por haber tenido que vivir con mis padres. A saber por qué...
Por cierto que también me acordé mucho de la serie de V. C. Andrews que comienza con Flores en el Ático. Lo que cuentas llevado a su máxima tragedia. :-)
"La vida que tenías que haber vivido" no necesariamente es mejor que la vivida...supongo.
Quizá más sincera...menos acomplejada, quizá más traumatizante.
La verdad es que a priori es dificil saber si es mejor o no saber todo de todo
¿Solo la verdad salva? ;)
Susana: ¿fatalista yo? naaaa, por algo soy "la reina del drama"
Juan: Ni la mentira ni la verdad salvan. Todo es segun el color del cristal con que se mire ¿no?
Fatalista en el sentido del que cree en el destino, sin darle carácter negativo al término.
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